viernes, 17 de junio de 2011

La mejor estación








Había creído que la vida era   como un recorrido en tren...estaciones en las que uno, no sabe que va a encontrar..pero luego sigue el viaje..la maleta cada vez mas hinchada de lo que se va acumulando  y no nos animamos a desprendernos de nada, salvo lo que debemos desechar para alivianar el alma.Nuevos paisajes, nuevas gentes que en cada espacio se mueven con sus códigos, sus alegrías y tristezas, danzando sus propios viajes. Siempre está la elección de quedarse en un lugar , pero esta esa vía que marca un destino, cuyo imán nos invita a proseguir hacia el descubrimiento.Cuantas veces me pregunté si hay que ponerse en dirección a la felicidad..o dejar que esta te sorprenda, en cualquier  momento, en cualquier lugar...Cuanto duran esas vibraciones que dan brillo a los ojos y nos dibujan los labios de otra manera ? Es acaso esa estación final, el detenimiento del tiempo y del espacio y nos abocamos a eternizar ahí,  esa felicidad que buscamos? Solo lo podremos saber si avanzamos y no nos detenemos , pero también pueda ocurrir que nos pasemos viajando sin darnos cuenta que esa estación pueda estar vacía , porque no la conocemos ,pero queremos creer que el epicentro de la luz esta ahí y seguimos...Pero que dejamos en cada etapa.. en cada espacio...en cada tiempo? Acaso, no estaremos dejando vació el verdadero lugar en que se planta la semilla que hay que dejar crecer ?

Así eran las formulaciones constantes que arrastré por años, sin detenerme a sembrar la semilla porque creía que en el destino final, en la última estación estaba ese pequeño gran espacio para sembrar y ver crecer...
Siempre de prisa, con el cuerpo hacia adelante corriendo hacia un gigante signo de interrogación, una máquina acelerada y sin frenos que tenía que regatear y maniobrar en las curvas para no desbarrancarse.

Una imagen, me reveló la trascendencia...la puerta de un hospital...Un cuerpo sin vida en dirección a un tanatorio...y una reciente madre portando la criatura recién nacida ,pero en dirección a todo el proceso de la vida...Entre medias, una persona peleando por extender sus últimos años , mi madre,  peleando contra un cáncer que con indignidad se atrevió a usurpar un cuerpo en su última etapa .Me trasladé a través de los años, traté de adivinar ese momento en que era mi madre la que salía por la puerta de una clínica, portándome en brazos , haciéndome entrar en este mundo y al propio mundo edificado entorno a una familia.
Tal vez la coincidencia de cumplir años en un hospital y en constante espera de partes médicos , me llevo a una reflexión especial .El mundo exterior penetraba a través de un móvil ,mensajes que se iban sucediendo ,enviando el achuchón de tantísima gente ,un aunador llamado Facebook que soplaba sus rings a cada mensaje, los correos con su otro tono, los sms...toda la electrónica pasando por un número .La excusa de cumplir años, me llevó a dibujar cada año como una estación y me di cuenta que el tren  era mi cuerpo llevando mi alma a cuestas, pero en un vagón..dejando que una locomotora en la que simplemente confiaba, marcara su ruta ,mas que ponerme yo en su mando.Me pregunté si ahí no estaba la clave de los egoísmos ,porque vamos cómodos y a veces no tanto en un vagón, pero nos lleva la vida maquinada en un cuerpo .
Caminé entre vagones hasta abrir la pesada puerta de esa locomotora y ahí vi infinidad de relojes y palancas, cada una controlando cada parte de mi cuerpo.Busqué el gran mando, el que controlaba mi corazón , mis emociones , mi sensibilidad tan sufridora y me resultaba difícil saber que era para qué...Entonces pregunté en voz alta...Hacia donde vamos?! dirigiéndome al ente superior que lo gobernaba todo. Un profundo chirrido indicó la detención brusca de la pesada máquina y se abrió una puerta lateral. Bajé a un andén luminoso que marcaba una senda y caminé siguiendo su linealidad, hasta que ese camino se difuminó en un sinfín de imágenes...No faltaba una sola, ni tampoco sobraba alguna...

Me acerqué al lecho donde luchaba mi madre a cada instante por seguir su propio viaje , le di un beso en la frente y las imágenes se fueron transformando en la propia tangibilidad de mi felicidad.

Había encontrado el sitio para sembrar la semilla, no era tarde y decidí compartirla...Me ofrecieron el fruto de otra semilla que hacía mucho tiempo se había sembrado en el alma...

Que mi fruto sea tan mío, como vuestro...y ya soy feliz...