martes, 15 de marzo de 2022

 Y EL GATO AGOTO SUS 7 VIDAS PARA IR A JUGAR AL CIELO


Corría el año 1991 , Open de España de golf, Casa de Campo en Madrid.
Hacía dos años que habíamos inmigrado a la Capital del Reino y todo lo que tuviera que ver con la otra orilla, se sublimaba en los detalles que tiempo atrás, casi pasaban desapercibidos.
Era así como que entusiasmaba más, por entonces escuchar a Lionel Richie que al polaco Goyeneche, o Pink Floyd, antes que un paisaje de Catamarca con una vecina , lunita tucumana.
La transición de códigos, suele ser dura, como una morriña invertida.
Por eso, cuando se daba la oportunidad, de un artista, o de un deportista argentino que participaba en Madrid, nos gustaba poder acercarnos a compartir fiesta.
A veces, esa exageración que tenemos los argentinos, nos llevaba a errores, como por ejemplo, a un jugador de golf que en otro Open iba primero, le gritamos "Viva Tucumán" , pero resultó que era el Cabrera salteño, no importaba, el gesto de agradecimiento saneaba la equivocación.
Volviendo a aquel 1991, fuimos a ver la tercer y penúltima jornada. Habíamos visto por la tele que el Gato Romero había hecho un 63 (9 golpes abajo del par) y prometía algo muy fuerte, porque el primer día, el 63 se lo había llevado Severiano Ballesteros quien deseaba que por fin se le diera el Open.
Me fui con Fede quien por entonces tenía 6 años y por propia decisión, se puso la camiseta (Remera) de Boca Juniors, al asociar que íbamos a ver a un jugador argentino.
Cuando llegamos al partido del Gato, iba por el hoyo 13 y viendo la tablilla del score, había subido en los últimos hoyos, con lo cual, nada de Dale Gato, Viva Gato, o lo que fuera, nada de distraer. Eduardo había pegado un mal golpe de salida en par 5 , muy largo, pero al monte y bajo un árbol que quitaba la perspectiva al hoyo. En ese apretar de dientes se notaba su fastidio, pero, por algo le decían "Gato". Se acerca a donde estaba la bola y nos ve, fija la mirada en Fede y sonríe. Se aparta de la bola, se le acerca a Fede y le dice:
—Déjame que la abrace, ésta, seguro me da suerte!.
Todos los argentos que estábamos ahí, sonreímos al notar la relajación. En realidad, era un viejo truco de un gran jugador, tal Lee Trevino que en los momentos mas difíciles, se acercaba a los espectadores y podía hasta contarles un chiste, para luego meter un putt de 15 metros.
Pero, no iba de menos el hecho de que el Gato era muy boquense y muy de su tierra, principalmente de Villa Allende, Córdoba de la que últimamente era su intendente.
Se paro muy firme, asentando los pies para dar un golpe seco y extremadamente difícil. Lo normal hubiera sido sacar la bola al medio del campo de juego (fairway) y de ahí, apuntar al hoyo, pero, fue que no. El Gato montó su mano derecha en el grip de agarre, lo que significaba que iba a aplicar mucho efecto. Ni siquiera hizo un movimiento previo y la bola salió disparada con el sonido de un buen impacto. Cuando una bola está bien golpeada sabe a música. Y fue una sinfonía acompañada por decena de miles de espectadores que entre wows y aplausos daban a entender que esa bola había aterrizado muy cerca de la bandera.
El rostro y el paso firme del Gato, mostraban el deseo de estar YA para rematar un golpe magnífico. No era para menos, la bola había quedado a unos 10 centímetros que con un simple empujón certificó un eagle (2 golpes bajo par). Al salir del green, se le acercó a Fede, se agachó, lo tomó por los hombros y le dijo:
—Como mañana no vengas con esa remera (camiseta), la voy a buscar a tu casa y te la robo!. Fede se sonrojó porque había centrado mucha atención. Le respondió con:
—Y si vengo con la de la selección argentina?. Hasta yo desconocía que tenía dicha camiseta, pero, fue que una amiga nuestra se la había regalado hacía un tiempo.
El Gato se quedó en silencio y tras una pausa le contestó con su acento muy cordobés:
—Si venís con la nuestra, no sabes el regalo que te espera!.
Así, hoyo tras hoyo hasta el final del penúltimo día, el Gato , no solo logró una recuperación fantástica, sino que terminó con un 67 (5 bajo par) haciendo que se acercara una final con Severiano que a día de hoy, esta considerada como una de las mas notables finales de golf .
Nos acercamos al sector de práctica donde estaban entre otros, Olazabal, Faldo, Langer,Richardson,Lyle. Fede llevaba puesta una visera blanca en la que alojaba los autógrafos de quienes estaban preparándose para la gran final. Un sólo jugador se negó a firmarle y no menos antipático, era Seve quien no quería que nadie lo molestara, o probablemente, el ver la camiseta argentina, no le causaría mucha gracia. Contrariamente, el resto de jugadores mostraban simpatía y más, por la connotación de lo que se avecinaba. Al llegar a donde estaba el Gato, se le quejó simpáticamente a Fede por tener tantas firmas en su visera, menos la de el. Le dijo que se diera la vuelta y con un rotulador, le hizo una gran dedicatoria bajo el número 10 de la celeste y blanca. Le guiño un ojo y dijo que se día iba a haber un gran festejo. Tal si fuera una complicidad para provocarlo y que nos dejó mas que sorprendido, Fede lo señaló a Seve que ya estaba practicando y dijo que no le quiso firmar la visera a lo que el Gato le respondió jocosamente con un:
—Así que no te quiso firmar! Uy!!! déjamelo a mi!
Claro que Fede con sus seis años, podía creer mucho mas lo literal y se llevó las manos a la carita como si en realidad fuera a darse una venganza.
Para que no se sintiera mal, le expliqué que ellos eran muy amigos que en el ambiente de golf, son todos muy colegas y que en realidad, uno juega contra uno mismo.
Esa jornada fue inolvidable. La tensión del juego vibraba sobre los 18 hoyos.
Dejo adosado un artículo sobre lo que fue esa final que ganó finalmente el Gato, pero, hay algo que no figura en el reporte y que paso a comentar:
En la sexta salida a desempate, cuando ya la luz comenzaba difuminarse y pensando que se iba a pasar para el día siguiente, ambos jugadores, empatados, dejan la bola a seis metros del hoyo. Nosotros estábamos junto a Silvia (argentina) que había sido caddie de Henrik Stenson y quien antes de que el Gato golpeara ese putt, le grita:
—Vamos Gato, no te hagas el boludo y métela que es tarde!!
El Gato sonrió, la miró, se agachó para medir la caída, se volvió a parar juntando bien los pies, golpeó a una bola que fue recorriendo la ruta perfecta hasta quedar en el fondo del vaso del hoyo. La cara de Seve era un poema, la presión le había hecho ver aquél círculo, como un abismo de 1 centímetro de diámetro, golpeó y falló, el Gato se había consagrado campeón de ese inolvidable Open.
Luego nos juntamos la barra de conocidos del Gato y ene so, apunta a Silvia, la mira fijamente, con gesto serio y le dice:
—Silvia, a mi, no me vuelvas a decir boludo delante de todo el mundo, en todo caso, me podes decir negro pelotudo de Villa Allende, así me das un poquito de mas tiempo para estudiar la caída!. Todos festejamos la humorada de un Gato siempre sonriente. En realidad, Silvia que era muy experta y especialista en fitness para golf, sabía porqué lo había hecho.
Cuando uno está contracturado sin saberlo, es como si se ataran los brazos, lo que puede generar que un golpe de putt, no salga como lo deseamos. Por eso, ese grito de Silvia, fue como un desfibrilador que finalmente logró su cometido.
El final de ese día, no quedaría ahí. Ya una vez que el Gato se había duchado y relajado me dice:
—Che, Gus, llámalo a Bianchi al Sevilla y decile que este juego de palos se lo regalo a Diego (Maradona estaba jugando en el Sevilla).
Así fue como el lunes llamo al Sevilla pido hablar con el representante de Diego y le comento que Eduardo Romero le quería regalar el juego de palos a Maradona. Sin mas, me mandó muy lejos y colgó. El Gato, me había dicho que tenía que salir esa misma noche para Sotogrande para el abierto de Andalucía y que iba a estar corto de tiempo como para gestionar la comunicación con Maradona, a quien todavía no conocía personalmente.
Lo llamé al hotel y le transmití lo que me había dicho, o mejor dicho, a donde me había mandado su representante, a lo que el Gato me respondió:
—Bah, ese Maradona es un negro agrandado! que se meta entonces una escoba por el...
Mas tarde, me enteré que ya usando otros contactos mas lógicos, Romero había , no sólo contactado con Diego, sino que se habían hecho íntimos amigos y por si fuera poco y según me contó tiempo después, Maradona tenía un dominio del approach ( golpe de aproximación) que no lo tenía ni Tiger Woods.
Ayer, me enteré que un cáncer linfático se llevó al Gato a jugar al campo celestial. Nos sorprendió y nos dio mucha pena, porque era un tipo especial, muy coooorrdobés con humor aún, mas cooordobés y no perdía nunca la sonrisa, ni siquiera, cuando anunció que dejaba la alcaldía de Villa Allende porque estaba flojito.
El golf, tiene varias connotaciones, para algunos, es simplemente un deporte de elite, de ricachones, de nuevos ricos. Para otros, es la posibilidad de salir de una pobreza extrema, partiendo de cargar quince kilos al hombro. Para otros, una excusa para creerse gente linda.
Para los que tuvimos la suerte de conocer a un Eduardo Blasi, un Golo Campos, Un Chino Fernandez y muy especialmente, al gran Cacho Ruiz, aprendimos que el golf es otra cosa, diría, lo mas parecido a la vida misma, caer y volver a levantarse, amar y odiar, tal la propia esencia de un romance, es un espejo donde a pesar de las voluntades y los deseos, un simple golpe nos revela la verdadera identidad.
Que es un deporte caro? En muchos lugares, sí lo es.
Que se lo utiliza para una identificación social? lamentablemente, hay mucho de verdad.
Algunos dicen que es anti ecológico. Nada es mas ecológico que el golf, pero sí, es verdad que me gustaría que fuera mucho mas popular, porque es un gran deporte que no tiene edad.
Los campos municipales permiten jugar a muy bajo coste..pero..hay que tener CAMPO MUNICIPAL .
El Gato Romero, habiendo ganado el Open Senior en 2008 en USA podía haber vivido en otro hábitat donde lujos y placeres danzan al son de las facilidades, pero, el prefirió jugar en la intendencia de su Villa Allende cordobesa y así lo hizo hasta hace nada, cuando pidió licencia, para jugar en el cielo.