jueves, 28 de abril de 2022

 POMPEYA Y LOS GATOS AMANDOSE AL ATARDECER


Los primeros humos del Vesubio podían expresar, para algunos, la belleza de la naturaleza, para otros, la amenaza y anuncio de un final inminente.

Todas las artes del vivir, se manifestaban principalmente, en la inquietud por prolongar el estado de buena salud. Era época en que los virus hacían estragos y muchas criaturas, no superaban los diez años.El mayor descubrimiento  de la historia, en 1748, regaló un enorme fotograma tridimensional que reveló que por entonces, la medicina, incluyendo la salud dental, portaban un gran avance en lo que hoy denominaríamos, hardware y software, herramienta y soporte para emplearla.

El sexo, tenía un alto protagonismo social, fuera de pago en sofisticados burdeles, a escondidas en la aventura de amantes y al natural, como preventivo anti-rutina en parejas de formato familiar.

Los gatos, suelen entregarse al amor bajo la luna, incluso, cuando esta queda escondida por arriba de las nubes y ni siquiera, la lluvia, el frío, o el calor intenso, frenan el deseo de compartir sus químicas mas íntimas. Pero, en aquel año 79 DC, los gatos y gatas, no eran de esperar las noches y lo mismo, sucedía en todos los templos donde el amor, simulado, o real, no ponía horarios para los lapsos de la gloria. O los gatos se inspiraron en el homo sapiens, o tal vez y porque no? fuera al revés .

Se podría decir " a vivir que son dos días" y obviamente, ese "vivir", lleva a reflexionar sobre aquellas primeras fumarolas del Vesubio .Entonces, se trataba de escapar? o ante lo inminente y brutal en que el volcán no tuvo paciencia, los gatos y las gatas decidieron, no esperar a la noche? y por esa imitación recíproca, pues pagando y no pagando, al amor verdadero o de ficción, entregando.

En días actuales, un sistema cuyo emoticón lo representa un personaje que pareciera no tener nombre, simplemente, Putin, cargado con demasiadas connotaciones y no precisamente de las buenas, se podría asemejar al humo amenazante y donde el volcán, es el propio sistema que lo escupe sobre la humanidad.

No nos engañemos, el "sistema" destructor, no es exclusivo de este sátrapa. La guerra es un juego perverso embebido de falocracia que se mide en capitales y megatones.

El humo perverso del absurdo, amenaza a la sociedad entera. Pero, si de las fumarolas, se pasara al vómito feroz de la lava que se echa el hombre sobre sí mismo, ya no quedaría ni siquiera, un fotograma a descubrir, llegado el caso, en tiempos futuros y donde ni siquiera quedaría la impronta de una pareja de gatos... amándose al atardecer.